Alarmados por secta en Ayapal



LP -Después de la balacera en la que murieron diez hombres, Ayapal intenta volver a la calma. Ayer llegaron y salieron botes a la boca de Ayapal, una especie de puerto donde se junta el río del mismo nombre con el Bocay. Sin embargo, entre los comerciantes se sigue hablando del mismo asunto: de la refriega entre policías y campesinos de una secta religiosa que opera en comunidades remotas de la zona, que intentaron robar a varios negocios del poblado.

“Estaba bañando a mi niño cuando mi doña me llamó Memo, Memo, están matando a la Policía. Uno traía desbaratado el dedo gordo, volando sangre por la cabeza, y lo que hice fue auxiliarlo. Me lo llevé al centro de salud”, dice Guillermo Rizo, propietario de un negocio de productos veterinarios, situado en el escenario del combate.

Como Rizo, en Ayapal la población sigue repitiendo lo mismo: que era un grupo de campesinos, entre 12 y 15 hombres, desarmados, y que intentaron cometer “robos tontos”, según Rizo, en algunos negocios.

Tras la balacera dos hombres huyeron por el río, uno iba herido y el otro llevaba un AK.

Iban inermes, pero se armaron con martillos y bates. Ayer policías de Auxilio Judicial seguían recogiendo testimonios entre los pobladores. Uno de los entrevistados habría sido un hombre que perteneció a la secta religiosa. A través de él habrían conseguido el libro de “las revelaciones de los siete sellos”, una especie de doctrina que usan los de la secta. Sin embargo, poco después de hablar con la Policía se habría ido de Ayapal, según dijeron algunos vecinos consultados.

Las comunidades de Parpar, Parparcito, Montecristo, son los lugares en los que se supone funciona una iglesia de la denominación William Bran, que estaría alentando a los campesinos a dejar todos sus bienes y los incita a la violencia. “Dicen que las mujeres andan las faldas hasta aquí”, dijo Cándida Rosa Romero, propietaria de un comedor, señalándose debajo del ojo del pie.

Después de los sucesos, muchos rumores respecto a esta secta religiosa han empezado a circular en Ayapal. Uno de ellos, es que en una comunidad que está a un día de camino a pie y a ocho horas en pipante sobre el río, una familia sacrificó a su niña en nombre de la secta.

También se dice que algunos se desnudan y venden todo. Este habría sido el caso de este grupo de campesinos que vendió todo, y al quedarse sin nada, vinieron al pueblo a robar, a buscar de qué vivir.

“Está en pánico el lugar”, dice Rizo, quien ha pensado en largarse con su familia. El negocio Variedades Axel, donde empezó la trifulca y cuyo propietario resultó golpeado por los atacantes, no ha vuelto a abrir.

MAYANGNAS PREOCUPADOS


En la calle del comercio, que desemboca a un lado del río, encallan estrechas embarcaciones, está un grupo de mayangnas que niegan que su pueblo tenga alguna relación con la secta religiosa de “William Bran”.

Teodoro Bucardo y Dixon Rodríguez, dos líderes mayangnas que han estado estos días en Ayapal, dicen que capearon la balacera.

“Nunca antes oímos hablar de ellos. Realmente los desconocemos y nos da miedo, porque andan como endemoniados”, dijo Bucardo, quien agregó que a lo largo del río Bocay viven unos tres mil indígenas mayangnas asentados en 18 comunidades. Insistieron que profesan el catolicismo y que en ninguna de ellas se había escuchado antes hablar de la secta.

ANDAN REARMADOS


La población de Ayapal también insiste en que el suceso del miércoles no tuvieron que ver los rearmados. Sin embargo, algunos pobladores confirmaron incursiones de algunos grupos al poblado. Cándida Rosa Romero, propietaria del comedor, contó que hace menos de dos semanas llegaron a su negocio un grupo de hombres, también de apariencia campesina, compraron seis almuerzos. Comieron allí mismo. Y luego pidieron otros seis almuerzos para llevar. Ella les vendió y al rato los hombres se fueron. Poco después llegaron miembros del Ejército y la regañaron por haberles vendido. “Me dijeron que eran de esos armados. Y yo le dije al militar que cómo iba a saber si andaban vestidos como cualquier otro”.

También en la comunidad de Rumflin, a unas horas a pie de Ayapal, hace menos de 20 días, otro grupo retuvo a trabajadoras del Ministerio de Salud (Minsa) que andaban vacunando. Una de las trabajadoras contó que les arrancaron la propaganda del Gobierno, hablaron mal del gobernante y luego las dejaron ir. Se llevaron por unas horas al secretario político. Desde entonces no han vuelto a salir a las comunidades porque “allí andan esos hombres armados”, dijo la mujer.


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