En la ceremonia, el Papa respondió a preguntas de las jóvenes parejas, originarias de más de 20 países diferentes, que se dieron cita en el Vaticano para festejar por primera vez con el Sumo Pontífice el Día de los Enamorados, por iniciativa del Pontificio Consejo para la Familia.
¿Es posible amarse por siempre?, fue una de las preguntas que Francisco respondió.
"Las personas sienten miedo de hacer elecciones definitivas –reflexionó el Papa. Es un miedo general, propio de nuestra cultura. Hoy todo cambia rápidamente, nada dura mucho. Y esto lleva a muchos a decirse 'estamos juntos mientras dure el amor y luego, saludos, y así termina el amor". En cambio, agregó, si vemos el amor como una relación, entonces es una realidad que crece que se construye como una casa, de a dos".
"Queridos jóvenes, ustedes se están preparando para crecer juntos –siguió diciendo-, para construir esta casa donde vivir juntos para siempre, y no quieren fundarla sobe la arena de sentimientos que van y vienen sino sobre la roca del amor verdadero, el que viene de Dios, la familia nace de este proyecto de amor, que se construye como una casa que sea lugar de afecto, ayuda, esperanza y sostén".
"No nos dejemos vencer por la cultura de lo provisorio –exhortó una vez más. ¿Cómo se cura ese miedo al 'para siempre'? Entregándonos día a día al Señor Jesús en un vida cotidiana hecha de pasos pequeños que llevan a convertirnos en mujeres y hombres maduros en la fe"
"Como multiplicó los panes, Jesús puede multiplicar vuestro amor y entregárselo cada día más fresco y más nuevo".
Fue entonces cuando, parafraseando el Padrenuestro, hizo repetir a los presentes, dos veces, la frase: "Danos hoy nuestro amor cotidiano"
"Esta es la oración de los novios y esposos, agregó. Enséñanos a amarnos".
"El matrimonio es un trabajo cotidiano, artesanal, de orfebrería", advirtió el Papa. "Porque el marido tiene la tarea de hacer más mujer a la esposa, y la esposa más hombre al marido. Crecer en humanidad, crecer juntos. Esto no viene del aire, el Señor bendice pero viene de nuestras manos, de nuestra forma de amar. De trabajar para que el otro crezca. ¿Vieron cuando la gente dice: 'miren esa mujer, qué mujer'? Y, se entiende, con el marido que tiene... Y al revés, qué hombre, y claro, con la mujer que tiene... A eso hay que llegar, haciéndose el uno a la otra, más hombre y más mujer".