La caída de Pablo Escobar, y del Cartel de Medellín que lideraba, comenzó a gestarse cuandoColombia y Estados Unidos -principal destino de la droga colombiana- firmaron acuerdos de cooperación en la lucha contra el narcotráfico.
Desde ese momento, empezaron a desaparecer los apoyos políticos que habían sostenido al "Patrón" durante más de 15 años.
En ese contexto, Escobar decidió entregarse a las autoridades a cambio de que no se habilite la extradición para que pudiera ser juzgado en Estados Unidos. Pero se fugó rápidamente, al advertir que la guerra con el Cartel de Cali era cada vez más cruenta y que estas organizaciones empezaban a ser desplazadas por el naciente Cartel del Norte del Valle. Éste era mucho más atractivo para los poderes políticos y económicos porque, a diferencia de los otros dos, no tenía liderazgos tan visibles.
La muerte de Pablo Escobar el 2 de diciembre de 1993, en el marco de una ofensiva de las fuerzas de seguridad, coincidió con el final de la era de los grandes carteles, quecontrolaban toda la cadena del tráfico de drogas, y que concentraban casi todas las decisiones en sus jefes.
Poco tiempo después, los principales carteles se fragmentaron y comenzó una guerra entre las distintas facciones para controlar el negocio. Esto permitió el ingreso de nuevos actores.
"Parte de los cultivos de coca estaban en zonas donde las poblaciones campesinas estaban muy influenciadas por las FARC. Por eso, ante la ausencia de grandes capos que controlen los territorios con sus ejércitos privados, la guerrilla decidió entrar en el narcotráfico más de lo que ya había entrado, previendo la posibilidad de que se desarrolle una guerra por los cultivos", explica Carlos Medina Gallego, doctor en Historia por la Universidad Nacional de Colombia, en diálogo con Infobae.
"Entonces las FARC comenzaron a controlar el cultivo, la elaboración de la pasta de coca y la fabricación de alcaloides. Sin embargo, a diferencia del viejo narcotráfico colombiano, que administraba toda la cadena productiva, no controlan las rutas ni la distribución en mercados de consumidores", agrega.
El uso indiscriminado del comercio de drogas permitió a las FARC obtener un financiamiento hasta entonces desconocido, lo que mejoró sus posibilidades de escalar cualitativamente su guerra contra el Estado.
A pesar de la atomización del narcotráfico, y de la intensificación de las política antinarcóticos de Colombia, que obligaron a reducir los territorios de cultivo de coca, la producción de cocaína no ha disminuido con respecto a la época de Escobar. Por eso en estos días, en coincidencia con los 20 años de su muerte, se inician en La Habana los diálogos entre el Gobierno colombiano y las FARC, sobre cultivos de uso ilícito y tráfico de drogas.
Al papel de las FARC hay que sumar el rol de los carteles mexicanos, ya que muchos de los pequeños grupos que quedaron en Colombia empezaron a aliarse con ellos para vender a Estados Unidos. Este proceso explica el avance del crimen organizado maxicano, que pasó a controlar gran parte del comercio transnacional de estupefacientes.
Un nuevo modelo de narcotráfico
Hacia fines de los años '90 y ya entrada la década de los 2000, a medida que iban desapareciendo en Colombia y en la región las viejas formas de organización del negocio de la droga, se fueron perfilando nuevos modelos de gestión.
"Apareció una forma de organización del narcotráfico mucho más empresarial, que ya no busca ir por las rutas alternativas, sino que, en el marco de la apertura de los mercados,se articula con regímenes comerciales convencionales de la economía latinoamericana. Son verdaderos empresarios del narcotráfico, que siguen un modelo mucho más seguro, gracias al secretismo que permiten las sociedades anónimas", dice Medina Gallego.
En vez de buscar rutas secretas y desconocidas por las autoridades para transportar los cargamentos de droga, los nuevos narcos usan las mismas en las que se trasladan los productos de consumo masivo. La cocaína se transporta hoy en grandes containers en los que viajan autopartes, textiles o café, que funcionan como una envoltura.
Otra diferencia fundamental con el modelo de los '80 es que la convivencia entre los distintos grupos que participan del negocio es relativamente pacífica. Las FARC, empresarios y los paramilitares no están en guerra, ya que no tienen contradicciones importantes.
"Hoy el narcotráfico es más sofisticado, mas empresarial -continúa Medina Gallego-. Hay que pensarlo lejos de los estereoptipos de los capos que nos acostumbraron a pensar. Cuando la empresa narco adquirió la fortaleza y la rentabilidad del capital criminal, los empresarios de las economías convencionales se articularon a ella".
"Es mucho más difícil enfrentar a estas organizaciones. Se requiere de nuevas y muy ingeniosas estrategias de seguridad y de inteligencia que permitan infiltrarse en esas redes", concluye.